lunes, 20 de septiembre de 2010

Los troncos


Soy de los que creen que si Martín Palermo fuera más dotado técnicamente, haría menos goles que los que convierte semana a semana. Es precisamente esa carencia la que provoca que el blondo delantero se sacrifique de manera conmovedora, sea capaz de pelear hasta la última bola y vea en cada centro una posibilidad de anotar en la portería rival.


Lo que le falta en talento le sobra en pundonor. Lo suyo no es aptitud, sino actitud. Apenas una letra de diferencia, pero una forma totalmente distinta de sentir y pensar el fútbol. Y tal vez la vida toda.


Palermo es uno de esos tipos que conocen sus grandes limitaciones y bendicen sus contadas virtudes. Que le ganan la pulseada a su propio destino, que se meten en una historia que no estaba reservada para ellos.


Está claro que con once Palermo es muy difícil salir campeón. El fútbol requiere de matices. Talento, garra, esfuerzo, fortuna, estrategia. Pero tipos como Palermo, así como Iván Zamorano o Nicolás Massú, se agradecen sobre todo por el ejemplo que contagian. La fiesta no era para ellos y terminaron siendo, el algún momento, los protagonistas de ella.


Todos admiramos a los buenos jugadores. Los que hacen simple lo difícil. Los que piensan antes que el resto. Los que convierten este deporte en un juego imposible de predecir. Pero a la hora de elegir entre un Riquelme y un Palermo, dame al tronco, al que no domina ni cuatro, al que no elude a nadie, pero se esfuerza para ser el mejor de todos. Hasta lograrlo.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Somos o no somos



Uno de los grandes vicios que tenía la Copa Chile es que fue considerado como un torneo de segundo orden. Los hinchas pueden recitar de memoria los años en que dieron la vuelta olímpica en el certamen nacional, pero sólo los que han ganado muy poco retienen en la memoria los títulos de la Copa Chile.

Para evitar esto, la ANFP determinó establecer estímulos importantes para este torneo. Cupo y medio para la Copa Sudamericana. Clasificación directa para el ganador. Medio cupo para el perdedo. No es poco. Sin embargo, ya en la edición anterior, los clubes de Primera División no aprovecharon esta recompensa. San Felipe se quedó con la llave directa y Municipal Iquique tuvo la posibilidad de disputar en cancha un cupo con la U, que al final fue para los azules.

Este año la historia va por el mismo rumbo. Unión Española, Palestino y Ñublense son los únicos equipos de la serie de honor que siguen en carrera. Los rojos están quintos en el conteo general. Arabes y Diablos Rojos miran más la tabla de abajo hacia arriba, para evitar el descenso.

En contrapartida, de los cinco equipos calificados de la B, todos están en la liguilla final que determina el ascenso: Curicó, Puerto Montt, Concepción, La Calera, Iquique.

¿Los planteles chilenos no dan para pelear dos torneos? ¿Los equipos grandes siguen mirando en menos la Copa Chile, pese a la recompensa que ofrece? ¿Falta de categoría? ¿Errado trabajo fìsico? Como siempre, un poco de todo.

Para el futbolista chileno, sigue siendo un éxtasis jugar dos partidos a la semana. Se esgrimen los extensos traslados. Un argumento válido, pero no determinante, pues hay equipos que arman planteles numersosos que perfectamente podrían alternar a sus figuras. Además, si fuera por kilometraje, el torneo brasileño recorre tantas o más distancias, y se juega sagradamente, hace décadas, dos pleitos en siete días.

Comparar con Europa no es justo. Sociedades distintas. Economías diferentes. Incluso crianza, alimentación y necesidades desiguales. Pero se puede aprender del ejemplo. El trabajo físico en el Viejo Mundo va orientado a una sobrecarga de partidos.

Los clubes, si bien se trasladan mucho menos que en Sudámerica, disputan cinco o seis campeonatos por temporada. Cuatro como mínimo. Y no son pocos los que ganan muchos de ellos el mismo año. Chelsea. Bayern Munich. Milan. Inter. Manchester United. Más de una vez han sumado el trébol. Y qué decir del Barcelona, que en el 2009 jugó seis certámenes y ganó los seis.

No basta con buenos jugadores. Hay que agregarle tesón, esfuerzo, jerarquía. Y hambre. Hambre de triunfos. Tomarse las competencias un poquito más en serio. Sólo de esa forma el resultado será la conclusión de un trabajo sostenido. Y no un accidente estadístico.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Buscando chilenos


Los cinco primeros equipos del campeonato son Universidad de Chile, Colo Colo, Universidad Católica, Audax Italiano, Unión Española. Los cinco están dirigidos por entrenadores extranjeros. Pelusso, Cagna, Pizzi, Labruna, Israel. Tres argentinos, dos uruguayos. Ningún chileno. Recién en el sexto puesto aparece Unión San Felipe, adiestrado por Ivo Basay.

Este indicativo se puede interpretar desde diversas ópticas, dependiendo el foco que se quiera buscar con las conclusiones. Una sería asegurar que los técnicos foráneos son mejores que los nacionales. Los defensores de esta postura pueden enarbolar, con justa razón, que muchos DT extranjeros han sido claves en el desarrollo del balompié criollo, no sólo a través del ejemplo de Marcelo Bielsa, que está más a la mano, sino en un contexto histórico. Y se reflotan los nombres de Jozic, Platko, Acosta, Borghi. Esta visión sería parcelar el tema sólo a un detalle geográfico. No es el único. Hay factores más profundos.

A los dirigentes de clubes nacionales les cuesta confiar en un entrenador chileno. A la hora de barajar alternativas, los connacionales parten pasos más atrás. Deben demostrar más, superar mayor cantidad de vallas. Se les exige experiencia y sólo cuando necesitan apagar incendios, se recurre a ellos, porque están más a mano, porque son más baratos.

Pero al DT extranjero se le pide menos para iniciar. Si hay que apostar, se trae uno de afuera, aunque tenga escasos o nulos pergaminos. Aunque lleguen a hacer su práctica profesional a Chile.

Para revalidar el título, los entrenadores extranjeros deben pasar un exámen. Nada del otro mundo. Conceptos básicos. Defensivos, ofensivos, paredes, relevos. Un reputado entrenador argentino de uno de los equipos grandes, lo pasó a duras penas. El ayudante de campo de otro equipo grande lo reprobó y recién en segunda instancia logró una nota azul. Actualmente trabajan en Universidad Católica y Colo Colo. Para ser justos, un DT argentino dejó gratamente impresionados a sus evaluadores. Hoy dirige al Audax Italiano.

Pero los técnicos chilenos también son responsables de este fenómeno. Porque no están unidos, no se renuevan y porque los que asoman aún no logran dar el paso para estar en la primera línea. Luis Musrri, Fernando Vergara, Fernando Díaz, Marco Antonio Figueroa, Ivo Basay. Diferentes estilos y modos de enfrentar partidos. Pronto deberían ser el relevo, aunque es difícil cuando llegan a salvar equipos o evitar descensos. De este grupo, sólo el Fantasma ha logrado dirigir a uno de los históricos grandes, sin poder dar la vuelta olímpica. El Nano Díaz ganó la corona con Unión Española y hoy parece que nadie se acuerda de ello.

Porque los técnicos chilenos no ganan hace rato. Ese también es un hecho. Universidad Católica fue campeón del Clausura 2005 con Jorge Pellicer como entrenador. Después, cuatro títulos consecutivos de Colo Colo con Claudio Borghi. Everton de Nelson Acosta. Colo Colo de Marcelo Barticciotto. Universidad de Chile de Sergio Markarián. Colo Colo de Hugo Tocalli. Ocho torneos consecutivos. Otra señal evidente.

La renovación de los técnicos chilenos es urgente. Depende de ellos, de mejorar sus campañas, ganar más, sacar la voz, exigir ser algo más que hábiles bomberos que apagan el fuego de las malas campañas. De darse una vuelta por ligas más importantes, viendo entrenamientos, presenciando partidos. Invirtiendo en su propio desarrollo. Aprendiendo.

La contratación de profesionales extranjeros en la competencia local es saludable cuando llegan a aportar al medio. Como Omar Labruna o Gerardo Pelusso. Pero el filtro debería ser más exigente. Para que algún día, cuando un club quiera apostar por un plan en serio, lo haga por la mejor carta, sin importar el color del pasaporte.